" LA PELUQUERIA EN UN MUNDO GLOBAL: EL CLIENTE

miércoles, 12 de diciembre de 2012

EL CLIENTE




Pues si EL CLIENTE SIEMPRE TIENE LA RAZÓN, ¿acaso pensasteis que no?, OS EQUIVOCASTEIS; El cliente siempre tiene mil razones para visitarte o dejar de hacerlo.

Se tenia la idea de que por ser buen profesional el cliente estaba condenado a idolatrarte, seguirte, “serte fiel”, podría ser, pero no ahora en un mundo donde se juega al ¿alguien da mas?, si , hay mucho donde elegir, los valores son relativos para cada persona, tal vez me guste mas que me den cariño que estilismo, tal vez me gusten las dos cosas, y tal vez me gusten esas dos cosas, más ese valor añadido que da el salón donde no me hacen esperar y su precio esta equilibrado con lo que ofrece.
La crisis ha devuelto al cliente lo que jamás debió perder, “la fuerza de la exigencia” para que te espabiles, para que busques en cualquier lado la forma de agradarle, satisfacerle,  a que te
siga visitando por que eres la mejor opción del entorno.

Nos habíamos vuelto tiquismiquis, “¿te parece que?”, pues vaya con esta, y si no la otra; yo gente así no la quiero en mi negocio, prefiero que no vuelva; me pone de los nervios cada vez que viene fulanit@.
 Pondría innumerables frases para enmarcar que se han leído en muchos foros profesionales y que a mi personalmente me ponían los pelos de punta;   jamás he entendido mi negocio como un sitio donde cambiar o soportar caracteres, cada cliente es como es y debemos respetarlo.

Un cliente soporta mucho más de nosotros que nosotros de el. Sí, y os lo puedo demostrar, en las innumerables técnicas y herramientas invasoras, desde el agua del lavacabezas (que casi nunca sale como debe), en lo incómodo de ese mismo lava cabezas que les parte las cervicales,  el aire del secador que más de una vez las abrasa, en los bigoudoies tirantes, en los gases de las queratinas que las asfixian; en el niño que ha venido a cortarse el pelo y la lía  invadiendo su rato de relax, en el tiempo de espera pocas veces cumplido, y tantas y tantas cosas que obviamos y que son una realidad; y que decir de nuestra ansia de conversación muchas veces fútil y banal que ha consecuencia de su imposibilidad de escapatoria deben soportar y asentir con resignación.
Por eso y por mucho más:
EL CLIENTE SIEMPRE TIENE LA RAZÓN.

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